Manuel García: ¿Y si no me hubiesen comprado aquella enciclopedia?


Nacía en Mérida, en 1974. Desde bien pequeño, dos cosas han acompañado a Manuel: una es la pasión por la naturaleza, y la otra, un lápiz en la mano. A lo largo de los años, esa circunstancia poco ha cambiado, y los dos elementos se han vuelto indisolubles.
Manuel García era un niño curioso, como la gran mayoría. Sus padres pronto marcaron, allá por los 80 y sin darse cuenta siquiera, el rumbo de vida del pequeño con algo tan sencillo como una enciclopedia por fascículos: “Fauna”, de Félix Rodríguez de la Fuente, ilustrada por Juan Manuel Varela e Iván Fernández de la Viña. Manuel ojeaba éstos y otros libros de divulgación científica una y otra vez, intentando plasmar con sus dibujos todo lo vivo que le fascinaba. Descubría entonces el mundo de la ilustración científica.
Con los años, y tras innumerables dibujos realizados, Manuel fue desarrollando sus propias técnicas. El bolígrafo se convirtió en un fiel compañero. Aunque tradicionalmente sea una herramienta de escritura, puede perfectamente ganarse un lugar muy digno como herramienta de dibujo. Aporta una fidelidad, precisión e intensidad sin igual. Pero claro, como todo, tenía sus inconvenientes:
- Bueno, no es que pueda escoger entre muchos colores… Pero podría combinarlo con lápices de color… ¡Ajá! Así, sí. Puedo usar el bolígrafo para aportar intensidad en las sombras y precisión en los perfiles y detalles más finos. Los lápices servirán para incluir colores cálidos y apastelados.
Obviamente, el progreso de Manuel no acababa aquí. Su práctica con la tinta y los lápices, además de las teorías de colores complementarios y opuestos, le llevaron a desarrollar una técnica muy curiosa: la técnica del color inverso. Manolo plasma sobre el papel, con lápices y bolígrafo, una imagen cromáticamente contraria. Lo que quiere que aparezca en negro, lo deja en blanco, y cuando necesita un color determinado, usa el opuesto. Así obtiene una imagen similar a un negativo fotográfico. Sólo queda escanearla, invertirla – o positivarla – y ¡Voilà! Las sombras y los claroscuros adquieren un protagonismo muy interesante:
- Los trabajos obtenidos con este método pueden ser espectaculares, como demuestra el reciente ganador de la 4ª edición de Ilustraciencia y paisano mío, Jaime de la Torre – declara el protagonista.


Con tal carrera a sus espaldas ‒ y como puede intuirse ‒, Manuel acabó topándose con el ciclo “Yo Ilustro la Ciencia”. Una exposición sobre ilustración estrictamente científica podría ser un paso importante para abrirle puertas en este ámbito. Estaba convencido de que “Yo Ilustro la Ciencia” tendría una gran importancia como herramienta de divulgación científica. En una época hipertecnológica como esta, le resultaba reconfortante y curioso que una herramienta utilizada por naturalistas de hace cuatro siglos, siguiese siendo válida y estando vigente. Así pues, reunió a sus más queridas obras y buscó un buen lugar para que la gente disfrutase de ellas en directo.
Tras semanas de organización, el 15 de noviembre de 2016, su exposición quedaba inaugurada. Obviamente, él no podía faltar. En un momento dado, Manuel se topó con un visitante que contemplaba la lámina del proceso de “desenrollamiento” de una cochinilla de la humedad.
- Estoy asombrado ante la belleza de este bicho. Lo había visto antes millones de veces, pero nunca le había prestado atención. – Le confesó el visitante.
Un intenso y cálido sentimiento se abría paso hasta el pecho del artista. “El papel que puede jugar la ilustración científica a la hora de mostrar la belleza de las cosas más y menos evidentes es extraordinario”, pensó Manuel.


Claramente, 2016 es su año. Ganó el concurso internacional de ilustración científica convocado por el X Congreso de Ornitología; su obra fue seleccionada en el concurso Illustraciencia – igual que en 2015 ‒; y obtuvo el primer premio en el concurso internacional de ilustración paleontológica. Todo esto hay que añadirlo a exposiciones previas, diversos proyectos divulgativos en los que ha colaborado como ilustrador y cursos de dibujo naturalista impartidos por él.
La ilustración científica, la parte más visual de la ciencia, es donde se cruzan el arte y el conocimiento. Difundirla es difundir parte de lo mejor de nuestra historia. Parafraseando a un eminente científico español interesado en la botánica, Manuel afirma que “la ilustración científica es uno de los frutos más refinados de la cultura occidental”.
Según Manuel, alguien seducido por un libro de láminas botánicas probablemente se interesará más por las plantas de su entorno, y alguien fascinado por las ilustraciones de una guía de aves posiblemente sienta el deseo de observarlas. Si un niño pasa horas sumergido entre las ilustraciones de un libro de fauna, seguramente mantenga la fascinación por la naturaleza durante toda su vida, como le pasó a él:
- Esto puede servir para reflexionar sobre la importancia de la ilustración científica no sólo como herramienta meramente descriptiva, ilustrativa y académica, sino divulgativa, que acerca la ciencia a quienes no somos científicos. A menudo pienso en lo distinta que podía haber sido mi vida si mis padres no hubiesen tenido la afortunada ocurrencia de comprar aquella enciclopedia.


*El ciclo de Actividades "Yo Ilustro la Ciencia" ha sido organizado por la Asociación Catalana de Comunicación Científica (ACCC) y patrocinada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) y el Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO).